Bienvenido, Espíritu, ¡Eres Tú!.
Pasa, no te quedes en la puerta, pasa hasta la sala de estar.
Toma asiento, vamos, con toda confianza.
No sabía que vendrías.
Lo esperaba, bueno, lo deseaba, pero dudaba:
pensaba si serías solo para los importantes,
los sabios, los santos, los perfectos….
Veo que vienes a todas las casas, las grandes y las pequeñas.
Tenía esperanza, pero a veces me asaltaba la duda.
¿Vendrá también a mi casa, tan pobre, tan pequeña?
No sabes cuánto me alegro.
Has venido, ya estás aquí.
No eres un lujo, ni un regalo caro.
Has venido y estamos aquí juntos.
¡Casi no me lo puedo creer!.
Te enseñaré mi casa, ¿quieres?.
Está un poco abandonada, ya lo ves.
Algo de polvo que siempre entra, mucho desorden.
Ropa sucia que no acabo de lavar.
Hay también barro en los rincones y en el pasillo.
Quizás Tú, que eres aire fino y persistente, lo limpies todo. No tengas miedo de soplar.
Hace frio, ¿verdad?. Sí, no es una casa caliente. Hay poco ambiente aquí adentro.
Quizá Tú, que eres fuego, la puedas caldear y ambientar.
No tengas miedo de arder y calentar todas las habitaciones.
Me gustaría repartir calor a todos los que vengan donde a mí.
¿Para cuánto tiempo vienes?, ¡ojalá te quedes mucho rato!.
Tenemos tanto que hablar…
Puedes quedarte todo el día, y mañana, y pasado mañana.
¿Ojalá no te vayas nunca!, ¿ojalá no te eche nunca!.
No te vayas aunque te eche, te lo suplico.
Me agrada que estés aquí, los dos juntos mano a mano.
Tengo tantas cosas que contarte… ¡Mil proyectos!.
Y quiero remover mi casa de arriba abajo.
Te lo contaré todo.
Pero el caso es que ahora mismo no se me ocurre nada.
Estoy contigo y tengo tanto que decirte…
Pero me emociono y no me sale nada.
Estoy a gusto junto a Ti. No sabes la ilusión que me hace tu visita.
Dicen que Tú haces profetas.
No sé bien lo que es eso, pero lo intuyo.
Hombres que nunca están quietos, mujeres que rompen moldes y no repiten la historia,
siempre andando en busca de lo nuevo, más allá de los senderos trillados.
Dejarlo todo, superarlo todo, darlo todo… Y abrir caminos.
Estoy un poco lejos de esas maravillas, con esta casa tan sucia y tan desambientada.
Pero si Tú has venido, pensarás que ha llegado el momento.

Loidi P. En: Gritos y Plegarias. Ed. Desclée de Brouwer. Bilbao 1979: 284-286.