Homilía de Mons. Joseba Segura Etxezarraga en su Toma de Posesión como obispo de Bilbao.
Adjuntamos la homilía del Señor Obispo el pasado 3 de julio en la Catedral de Santiago. Que nos sirva como reflexión y guía en el caminar cristiano de nuestra parroquia y de nuestra diócesis.
Agur beroa guztioi. Ondo-ondoan igarten zaituet.
1. Ante todo, un saludo afectuoso a la comunidad cristiana de Bizkaia que, en su gran diversidad, en la riqueza de sus ministerios y carismas, me acoge hoy con afecto como su obispo.
2. Al Señor Nuncio, y a través suyo al Santo Padre, a mis hermanos obispos presentes y ausentes, a las autoridades aquí reunidas, mi agradecimiento más cordial que también se extiende a los representantes de las denominaciones cristianas hermanas que nos acompañan.
3. El profeta Elías lo había intentado todo. Había puesto su corazón en la tarea de dar a conocer la voluntad de Dios. Pero el esfuerzo no daba resultados y a Elías se le había acabado la paciencia: acosado por la reina Jezabel, viendo cómo el pueblo corría a arrodillarse ante Baal, se siente fracasado y pide la muerte liberadora. Ya no tiene confianza en la «fuerza» de Dios que, a su parecer, podría imponerse, pero no quiere hacerlo. Y eso le enfada. Hay además un punto de arrogancia en su creencia de que solo él se mantiene fiel y todos los demás han perdido el norte.
4. Arrogancia y desconfianza. Desconfianza respecto a Dios, porque Dios no actúa como lo esperamos; desconfianza hacia el pueblo, porque con brocha gruesa y desde una atalaya despectiva, se juzga a los demás con dureza. Tentaciones de Elías que también son nuestras. Pronto el profeta se dará cuenta de que las cosas no son como las imagina: no todos se arrodillan ante los ídolos; muchos se niegan a hacerlo y son más de lo que parece. Y cierto: el Señor no se impone con huracanas o fuegos devastadores, pero hoy -como siempre-, sigue acompañando a su pueblo con una suave brisa que solo los despiertos podrán notar y disfrutar.
Makila, ikurra da euskaldunontzat: aginte, estimu, autormen, ohore ta senidetasunaren adierazle. Oinez doanari be, bidea errezten deutso. Eta Eleizan, artzain-makila: aginpide zuzenaren, apaltasunaren eta maitasunaren erakusle dugu.
5. Donde otros actúan con poder, Jesús actúa con autoridad. Autoridad construida sobre la coherencia que la gente percibe en Él. Jesús defiende la verdad, pero antes de eso, vive en la verdad. Verdad de quien habla desde convicciones profundas y actúa conforme a lo que dice; verdad de quien predica la misericordia y tiene tiempo para acercarse y escuchar, y por eso dice palabras significativas que llegan al corazón; verdad del que, porque literalmente no tiene dónde reclinar la cabeza, puede ser para los pobres compañero cercano, amigo compasivo, y por eso, capaz de consolar a tantos en el sufrimiento.
6. Esta autoridad radical de Jesús nosotros no la podremos tener nunca. Pero no renunciemos a buscarla, a reflejarla; al menos, parcialmente. Alguien ha dicho que la Iglesia necesita recuperar su autoridad moral. Cierto que hay críticas justas y algunas injustas. Pero las críticas, incluso las injustas, recibidas con humildad, ayudan siempre. Y desde luego fortalecen al pastor que quiere mejorar, porque sabe lo que le falta para tener la autoridad del maestro.
7. La autoridad de Jesús incluye la capacidad de expulsar demonios. No los podrá convertir, pero sí los puede hacer inofensivos; les quita su poder para debilitar la inocencia, para enturbiar la limpieza de corazón, para sembrar semillas de cinismo y agresividad. Y así, poco a poco, les impide acabar con la auténtica alegría.
8. La autoridad es contraste y nunca se gana con estrategias de mimetismo. A veces nuestro deseo de ser cercanos, se ha transmutado en un intento de «ser uno más», evitando decir o hacer algo que pudiera marcarnos como distintos. Cristo fue cercano, pero no fue uno más.
9. No es posible ser uno más y defender hoy que esta vida, a pesar de su belleza y trascendencia, no es sino la antesala de otra más grande más allá de la muerte. Cantaba hace unos días en la abadía cisterciense de la Oliva, un himno que llama a esta convicción «el secreto más hondo de esta vida; un nuevo cielo y una nueva tierra capaces de colmar nuestro anhelo sin medida». Creer esto y vivir en consecuencia, además de ser profundamente contracultural, nos hace extraños, o como mínimo «extranjeros» en esta patria; no es posible ser uno más y vivir en actitud orante y agradecida, cuando muchos ya no saben lo que es rezar; no es posible creerse «uno más» y creer al mismo tiempo que la felicidad solo llega cuando eres capaz de poner el tú antes que el yo. Quien sigue a Cristo nunca podrá juzgar a nadie y menos considerarse superior, pero no podrá ser uno más. Recuperemos pues, nuestra autoridad moral, pero hagámoslo del único modo que podemos hacerlo: desde lo que somos.
10. Quien comparte la autoridad de Cristo no se enreda en análisis negativos sobre la situación social o sobre las debilidades de otras personas o grupos. Hace propuestas y las hace con convicción. Y pone su vida por delante. No pongamos demasiada energía en señalar las contradicciones y debilidades que observamos en otros, los signos de ignorancia, la desintegración de convicciones humanistas y los peligros varios que algunos análisis destacan. No quedemos paralizados diseccionando cadáveres o habitando en cementerios, como aquel endemoniado de Gerasa que solo se sentía a gusto entre sepulcros.
11. Mejor asumamos el reto de decir y hacer propuestas significativas para el mundo; con convicción, con autoridad. Busquemos modos y maneras de que nuestro mensaje llegue a nuevas personas, aunque inevitablemente llegue, como siempre llega, en recipientes de barro. En ese barro transportamos el tesoro de nuestro vino viejo, desconocido ya para muchos y por eso potencialmente sorprendente, vino viejo que puede transformarse en nuevo si le ponemos convicción y afecto, y si acertamos a comunicarnos mejor.
Esana bat eta izana bestea´ danean, galtzen da sinisgarritasuna. Gastau gaitezan jente artean, inori lezinoak emoten ibili barik.
12. Hablemos con autoridad, pero evitando la impresión de que intentamos defender privilegios. Pongámonos en el último banco, dispuestos a servir desde allí a los que necesitan afecto o cualquier tipo de apoyo. Hablemos a la gente convencidos de que el Evangelio es luz capaz de iluminar muchas situaciones, consuelo en las dificultades y siempre alegría verdadera. Hablemos con sencillez, de modo que nos entiendan, transparentando un deseo sincero de buscar el bienestar de las personas y el bien de la comunidad. Podrán no estar de acuerdo con algunas propuestas, pero al menos que perciban en nosotros una sincera y desinteresada preocupación por sus anhelos y sufrimientos, que sientan que verdaderamente nos importan las personas, su presente y su futuro. Defendamos el valor de la comunidad, convencidos de que, en la apertura a los otros, a los distintos, a los débiles, nos jugamos la esencia de nuestra humanidad y ahora, más que nunca, incluso nuestro futuro colectivo.
Ebanjelioan dago benetako aginpidea. Bertan aurkitzen dogulako gure izatearen sakoneko zentzuna
13. A esta comunidad de fe que es la Iglesia católica le interesan todas las ciencias, todos los saberes, todos los libros; queremos entenderlo todo y conocerlo todo, pero todo lo leemos desde una convicción profunda: que cuando la legítima pasión por este mundo y toda su belleza se marchite, lo único que quedará es el amor. Ahora vemos y entendemos oscuramente, como en el reflejo de espejos imperfectos; por eso sabemos que no hay cristianismo sin misterio. Pero sabemos algo más: sabemos que no hay Iglesia sin el milagro de la eucaristía; y sabemos que no hay seguimiento de Jesús sin devoción por Cristo. Y cuando estas y algunas otras cosas centrales se nos olviden, sabemos que la autoridad del Evangelio se hará de nuevo presente para refrescarnos la memoria.
14. Hagamos todo lo que tenemos que hacer y, al final del día, reconozcamos en el silencio de la oración nuestra inutilidad. Y así dormiremos en paz, habiendo sido capaces de dejar los líos, al menos por algunas horas, en manos del Otro, de ese único que puede arreglarlos. Y esto, en sí mismo, es un acto de fe, de una fe que sabe vivir en la confianza.
15. Voy terminando, no sea que ya en la primera homilía defraude la confianza del Santo Padre, que las pide cortas. Hemos invocado en el salmo al Espíritu de Dios. Acabo mis palabras haciéndolo de nuevo para que sea ese Espíritu el que renueve nuestros mensajes y testimonios, y así podamos reflejar un poco más a aquel Jesús que hablaba con autoridad humilde.
– Etorri Espiritu Santua benetakoak izan gaitezan. Ayúdanos Espíritu divino a vivir en la verdad, evitando falsas apariencias o grandes palabras que oculten nuestra debilidad.
– Etorri Espiritu Santua eta bidelagun izaten lagundu. Pon en nuestro corazón una preocupación sincera por cada persona, especialmente por los que sufren y aquellos que piensan distinto.
– Etorri Espiritu Santua eta alaitasuna zabaltzen erakutsi. Pon en nuestros labios palabras de ánimo, de aliento, que ayuden a la gente en medio de sus preocupaciones a recuperar la confianza.
– Etorri Espiritu Santua, doan hartu doguna emoten ikasi daigun. Ven brisa del Espíritu y no nos dejes apartarnos de lo que somos, convencidos del tesoro de la tradición que hemos recibido, porque sin capacidad de contraste con el mundo, poco o nada podremos aportar.
– Etorri Espiritu Santua eta Jaungoikoaren aginpidea plazaratzen lagundu. Ayúdanos a reflejar la autoridad de Cristo, piedra tantas veces desechada por los arquitectos, pero que hoy, aunque sea de manera velada, se manifiesta de nuevo de muchas maneras como piedra angular y sustento para la Vida del mundo.
Catedral de Santiago. Bilbao. 3 de julio de 2021