TERCERA SEMANA DE MARZO
Marcado por la alegría de la primera entrega a Jesús, el cristiano no puede volverse atrás.
Ayúdame a decir “sí”.
Me da miedo decir “sí”.
¿A dónde me acabarás llevando?
Me da miedo sacar la paja más larga,
me da miedo firmar la hoja en blanco,
me da miedo decir un “sí” que traerá cola.
Dios nos dice:
Hijo mío, Yo quiero más de ti y del mundo.
Antes tú me dabas tu acción, y eso no me sirve para nada.
Tú me invitabas a bendecirla y a sostenerla; querías interesarme en tu trabajo.
Pero fíjate bien, al hacerlo, hijo mío, tú invertías el juego.
Yo antes veía tu buena voluntad, te seguía con los ojos,
pero ahora quiero más: no se trata de que tú hagas tu acción,
sino la voluntad de tu Padre del Cielo.
Di “sí”, hijo mío,
Necesito tu “sí” como necesité antaño el de María para venir al mundo.
Oh, Señor, tus exigencias me dan miedo, pero ¿quién puede resistirte?
Para que tu Reino llegue y no el mío,
para que se cumpla tu voluntad y no la mía,
ayúdame a decir “sí”.
(Michel Quoist).