CUARTA SEMANA DE MARZO.

Preparándonos para la Semana Santa, descansamos en la oración.

Cansado vengo, mi Señor, cansado,
de la vida con su lucha, de la oración con su agonía,
de mi propio corazón siempre tan frágil, tan iluso, tan duro.
Tú eres mi descanso, Dios mío.
Cansado vengo, mi Señor, cansado,
cuando me siento amenazado por mis miedos,
cuando levanto murallas ante el prójimo,
cuando me presento ante Ti, cerrado sobre mí.
Tú eres mi descanso, Dios mío.
Cansado vengo mi Señor, cansado,
a veces sin razón alguna, arrastrando mi propio vacío,
mis ojos fijos en Ti, mi Amado, deseo de mi alma.
Tú, Señor Jesús, mi paz.
Déjame reposar en tu corazón, rodéame con tu brazo, dame de beber de tu copa,
que vengo cansado, mi Señor, cansado.
Tú que eres mi roca y mi agua viva, mi dulzura y aguijón,
mi esperanza, mi reino, Dios Salvador mío, mi Padre.